22 jul 2011

Ciberprotestas: Opiniones que no esperan

Hace unos días, el Senado argentino se aprestaba a tratar una ley de canon digital que involucraba una suba en el precio de productos tecnológicos. Pero no pudo. La noticia fue la postergación a la discusión legislativa no por una ardua negociación o la intervención de cierta oposición sino por la espontánea y contundente presión de los ciudadanos, consumidores o gente común (según cómo se los quiera ver) desde las redes sociales. Los diarios dan cuenta de ello, pero la gente no esperó a que una consultora se acercara a preguntarles su opinión o a que algún político interpretara su voluntad. Literalmente miles se volcaron a expresar lo que pensaban sobre el tema, presumiblemente aquellos más afectados, ya que se trata de obviamente de usuarios de bienes que sufrirían en primer término la medida, aunque no los únicos. Así, un breve recorrido por la prensa nos refleja el fenómeno: La Nación enfatiza que "Frenaron la aprobación del impuesto tecnológico", pero aclara que "Fue a pedido de los propios impulsores" luego de la "controversia que se generó en el debate". Clarín rotula que "Hubo protestas masivas en la Web y frenan el debate de una ley". Enfatiza "el escándalo que se armó en varias redes sociales" que obligó a postergar el debate de la ley y por el cual "hasta hackearon el sitio del Senado". Página 12 arranca con "Un impuesto en pausa" tras "el rechazo de diferentes sectores que manifestaron su negativa a través de las redes sociales". Ámbito Financiero sentencia "Internauta mata artista: cae proyecto antipiratería". En este sentido, fija la "furia de los internautas, un ejército invisible de votantes" en época de elecciones, a la que le suma el "agravante del inminente lanzamiento del plan LCD para Todos, un golpe de efecto proselitista". El Cronista acentúa que "La presión de las redes sociales hizo caer la ley de canon digital". Poder disperso Los medios sociales están dando a los consumidores el poder de influir en forma instantánea cuando consideran que una medida los afecta o que un bien o servicio no responde a sus expectativas. Las asociaciones de defensa al consumidor, las cartas documento, el buzón de sugerencias y hasta el call center ya son cosa del pasado, como empiezan a serlo las cartas de lectores, o los canales más tradicionales para volcar la opinión política, ya no sobre grandes enunciados sino sobre puntuales medidas que afectan la vida de las personas. Llamar a una radio, TV o escribir una carta de lectores ya no parece ser el modo más rápido y efectivo. Ahora, para quejarse del mal servicio de una empresa o medidas que se consideran arbitrarias lo más efectivo e inmediato es Youtube, Twitter o Facebook.

Por eso, la existencia de medios sociales son un factor a tener en cuenta, ya sea que se participe activamente o no en ellos. En el primer caso porque la opinión y la reacción de ciudadanos y consumidores sobre nuestras acciones no está ya bajo nuestro control y es imprescindible conocerla y considerarla como un factor preponderante, digno de ser monitoreado con suficiente capacidad de respuesta para afrontar una situación adversa. En el segundo, porque la participación que tengamos debe obedecer a una estrategia. La reputación de una marca, de una institución o de un proyecto político va en ello.

El caso de la "rebelión" contra el canon tecnológico es una muestra que, en un país como Argentina, donde los ciudadanos creen muy poco en las instituciones, son escépticos, dudan de todo y están inclinados también a creer en conspiraciones, da a pensar que será uno más de los muchos que sobrevendrán.

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